LO QUE SE SIEMBRA...

Por Juan Osorio Flores

La sentencia Bíblica es contundente: con la vara que mides, serás medido; lo que se siembra, se cosecha.

Es lo que le sucedió a Felipe Calderón Hinojosa, quien el próximo 30 de noviembre dejará el cargo de Presidente de la República. Él se rebeló a los designios de Vicente Fox Quesada, su antecesor, quien quería a Santiago Creel Miranda como sucesor. Las diferencias internas fueron tan públicas, cuando a Calderón se le exigió "que si quería ser", renunciara a la Secretaría de Energía, mientras que a Santiago, estando en Gobernación, se le dejó hacer campaña con toda libertad.

Pero Calderón fue buen estratega y le ganó al propio Presidente de la República, cuando le ganó 3 de 3 a Creel Miranda.

Seis años han pasado desde entonces y la imagen Presidencial ha ido, primero de más a menos, y luego de menos a menos. Los litros y litros de sangre humana regada en las calles, tanto de "buenos" como de "malos", cambió la tesitura de la política nacional. Los pésimos resultados en la economía. Los impuestos incrementados e inventados. Los "catarritos" financieros. Los niños quemados en una guarderia. Las cabezas humanas entregadas a domicilio. Los Secretarios de Gobernación muertos en accidentes aéreos. El desempleo. El incremento de la migración. Los soldados muertos. Sus familias con ellos.

Por si fuera poco, por primera vez en la historia se declara a México como el origen de una pandemia, mientras que en contraste, alguien "premió" a México y a su Presidente como "el mejor estadista". ¿De dónde?.

Todo lo anterior y más, caló hondo. Pero la política es la política y Calderón, aún en medio del duelo, cumplió su papel político: eligió un buen día ( o noche, es lo mismo) a Ernesto Cordero. Primero Sedesol, el máximo organismo de operación y control político del país que conoce hasta la cocina de los pobres a quienes identifica con nombre y apellido. Luego, Hacienda Federal, en donde se controló la "otra" lista de mexicanos: los que tienen, los que generan, los que tasan, los que derraman.

De ahí, a buscar la candidatura en un dibujo caricaturesco de democracia. Pero, en la otra esquina estaba una mujer: Josefina Vázquez Mota, que más que representar una bandera real, representó al final la cruda realidad para la era del Calderonismo: los panistas dejaron de creer en su Presidente, en su líder moral. En su sensei que seis años atrás, los hizo gritar de júbilo por la victoria.

Josefina Vázquez Mota no representa a las mayorías panistas; representa la oportunidad de decirle a Calderón que no están de acuerdo con él. El voto para Josefina, no fue para Josefina: fue para repudiar a quien durante los últimos cinco años, ha sido el Jefe del Estado.

El haber votado por Cordero, representaba el aval al desarrollo, estrategia y expectativas de Calderón. El votar por quien estuviera enfrente, era darle, literalmente, la espalda al Presidente.

Los reveses no son nuevos, ya vienen de atrás. Primero, le niegan el voto a su hermana en Michoacán, quien a pesar de sus denuncias, lo único que ganó es que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le ordenara al IFE sancionarla. Ahí la figura Presidencial quedó en evidencia.

Luego Josefina se encarama a la candidatura dejando al delfín Presidencial en verguenza. Lo demás, es lo de menos. Es probable que todas las intenciones de Calderón hayan sido buenas para México. Es posible que de verdad hubiera querido incrementar empleos, al grado de auto-llamarse "el Presidente del empleo". Es probable que su intención fuera en verdad "no aumentar más impuestos" y sobre todo que "México viva en seguridad".

Pero México no evalúa de su Presidente las intenciones, sino los resultados, y estos, son malos por donde se les vea. En suma, nos pasó lo que a la Selección de Futbol: jugamos como nunca, pero perdimos como siempre. Y sí. México perdió en los últimos cinco años lo que jamás se había perdido: perdió 50 mil vidas. Perdió confianza, fe, esperanza, tranquilidad. Perdió la paz. Lo demás, podría sobrellevarlo, pero el haberlo puesto con un arma en la cabeza, al pueblo, a los niños, a los ancianos. Eso México no lo puede y no lo quiere sobrellevar.

Eso es por lo que México no votará más. De hecho, en la elección interna del PAN, los propios panistas se lo dejaron en claro al Presidente. No más de sus proyectos. No más de sus intenciones. No más de Felipe Calderón.

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