LLUVIAS, INUNDACIONES, PSICÓSIS Y VENTANEOS
Por Juan Osorio Flores
La semana que recién termina deja una aportación muy importante sobre el comportamiento humano: cómo reacciona el hombre ante anuncios como presuntos ataques a escuelas; cómo reacciona un mujer ante el traidor ventaneo de su intimidad y cómo reaccionan las masas ante la naturaleza.
Amable lector le doy la bienvenida a este vistazo a las acciones de la semana.
El pasado lunes entra de lleno el festival San Jerónimo a la escena; evento otrora dedicado a promover la visita del cliente culturoide a Coatepec; incluso, hubo ediciones en donde cafés, salones y otros locales sirvieron como sedes alternas; en esta edición 2011 las cosas no resultaron muy bien a pesar de los infames esfuerzos por vender una realidad virtual, y la soberbia natural de quien no conoce el poder, conformaron una mezcla exacta de un extraño y raro elitismo que curiosamente no escoge lo mejor, sino lo peor.
Eses mismo día tengo la oportunidad de visitar el Estado de México en una gira de trabajo; uno de mis destinos: Toluca, la capital del Estado de México y sede de los Poderes del Estado.
Toluca desde siempre ha sido una ciudad hermosa, podría decirse que con gente, principalmente conductores, más civilizados que los de Xalapa, por ejemplo.
Allá, como no hay muchos problemas de hacinamiento de taxis en las calles, para cruzar por ejemplo la calle que da exactamente a la puerta del Palacio de Gobierno, lo que sería el simil de Enríquez, nada más que aquella es de ocho carriles, el peatón no tiene necesidad de correr para no ser arrollado, sino que con calma, atraviesa, y el taxista se detiene unos instantes para dar el paso, para inmediatamente salir disparado hacia donde se dirige.
Ya en lo que es la explanada frente al Palacio de Gobierno, lo que es el simil del Parque Juárez aquí, nada más que allá no encuentra usted en dicha explanada hotdogs, globos, juguetitos, tortas, refrescos, churros, papas, nieves, ni tampoco payasos (en el más estricto sentido de la palabra), pedigueños, ni cosa que se le parezca.
En lo único que sí batalla un poco el visitante, es encontrar un restaurante, café o local de comida que ofrezca el servicio de Wi-Fi en el entorno del Palacio.
Tampoco hay señal en la explanada y solamente es en un pequeño, pero muy acogedor café-bar-restaurante (en donde después me entero que es el office-bar del periodismo local) a cien metros del palacio, en donde se desayuna rico, económico y se tiene acceso al internet.
Por lo demás, mi mujer se enamora de la ciudad (era la prmera vez que ella está ahí) y amenaza con acompañarme en mis giras de trabajo allá.
Ya de regreso a nuestra aldea, me encuentro con quejas documentadas de forma casi perfecta, por obras abandonadas en Coatepec; trágicamente 24 horas después, una mujer muere arrastrada en plena calle por el enorme caudal que se forma en el entorno de la Plaza Crystal de Coatepec; también me encuentro con quejas en el ámbito político: "El joven Fernando Charleston Hernández está padeciendo la misma enfermedad que el diputado José Yunes Zorrilla: a donde quiera que llega, siempre lo acompañan las mismas personas y son los mismos los que le aplauden, son los mismos los que lo saludan y son los mismos paleros los que hacen cuerpo a sus seudo giras de trabajo", me comenta un conocidísimo político coatepecano.
También me cuestiona: "Usted sabe a qué hora cumple con su trabajo como Subsecretario de Finanzas?". No. Es mi respuesta sincera.
Al día siguiente estaré en primera fila para ver la segunda cuchillada inflingida a Elízabeth Morales García, presidenta municipal de Xalapa; una mente bien documentada y mejor experimentada en el manejo de medios vía internet, y que se asegura que trabaja para el Gobierno del Estado, se encarga de subir a la red cuatro inocentes fotografías y un video de 28 segundos de duración, que nadie más podría tener más que dos personas en el mundo: Elízabeth Morales García y Shariffe Osman, su secretaria privada en la Presidencia.
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Amable lector le doy la bienvenida a este vistazo a las acciones de la semana.
El pasado lunes entra de lleno el festival San Jerónimo a la escena; evento otrora dedicado a promover la visita del cliente culturoide a Coatepec; incluso, hubo ediciones en donde cafés, salones y otros locales sirvieron como sedes alternas; en esta edición 2011 las cosas no resultaron muy bien a pesar de los infames esfuerzos por vender una realidad virtual, y la soberbia natural de quien no conoce el poder, conformaron una mezcla exacta de un extraño y raro elitismo que curiosamente no escoge lo mejor, sino lo peor.
Eses mismo día tengo la oportunidad de visitar el Estado de México en una gira de trabajo; uno de mis destinos: Toluca, la capital del Estado de México y sede de los Poderes del Estado.
Toluca desde siempre ha sido una ciudad hermosa, podría decirse que con gente, principalmente conductores, más civilizados que los de Xalapa, por ejemplo.
Allá, como no hay muchos problemas de hacinamiento de taxis en las calles, para cruzar por ejemplo la calle que da exactamente a la puerta del Palacio de Gobierno, lo que sería el simil de Enríquez, nada más que aquella es de ocho carriles, el peatón no tiene necesidad de correr para no ser arrollado, sino que con calma, atraviesa, y el taxista se detiene unos instantes para dar el paso, para inmediatamente salir disparado hacia donde se dirige.
Ya en lo que es la explanada frente al Palacio de Gobierno, lo que es el simil del Parque Juárez aquí, nada más que allá no encuentra usted en dicha explanada hotdogs, globos, juguetitos, tortas, refrescos, churros, papas, nieves, ni tampoco payasos (en el más estricto sentido de la palabra), pedigueños, ni cosa que se le parezca.
En lo único que sí batalla un poco el visitante, es encontrar un restaurante, café o local de comida que ofrezca el servicio de Wi-Fi en el entorno del Palacio.
Tampoco hay señal en la explanada y solamente es en un pequeño, pero muy acogedor café-bar-restaurante (en donde después me entero que es el office-bar del periodismo local) a cien metros del palacio, en donde se desayuna rico, económico y se tiene acceso al internet.
Por lo demás, mi mujer se enamora de la ciudad (era la prmera vez que ella está ahí) y amenaza con acompañarme en mis giras de trabajo allá.
Ya de regreso a nuestra aldea, me encuentro con quejas documentadas de forma casi perfecta, por obras abandonadas en Coatepec; trágicamente 24 horas después, una mujer muere arrastrada en plena calle por el enorme caudal que se forma en el entorno de la Plaza Crystal de Coatepec; también me encuentro con quejas en el ámbito político: "El joven Fernando Charleston Hernández está padeciendo la misma enfermedad que el diputado José Yunes Zorrilla: a donde quiera que llega, siempre lo acompañan las mismas personas y son los mismos los que le aplauden, son los mismos los que lo saludan y son los mismos paleros los que hacen cuerpo a sus seudo giras de trabajo", me comenta un conocidísimo político coatepecano.
También me cuestiona: "Usted sabe a qué hora cumple con su trabajo como Subsecretario de Finanzas?". No. Es mi respuesta sincera.
Al día siguiente estaré en primera fila para ver la segunda cuchillada inflingida a Elízabeth Morales García, presidenta municipal de Xalapa; una mente bien documentada y mejor experimentada en el manejo de medios vía internet, y que se asegura que trabaja para el Gobierno del Estado, se encarga de subir a la red cuatro inocentes fotografías y un video de 28 segundos de duración, que nadie más podría tener más que dos personas en el mundo: Elízabeth Morales García y Shariffe Osman, su secretaria privada en la Presidencia.
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