VIOLENCIA DESATADA EN VERACRUZ


Juan Osorio Flores

Martes 28 de Abril de 2020

( Manténgase en Casa )

La delincuencia en Veracruz no está en cuarentena.

Las ejecuciones, enfrentamientos, secuestros, asaltos y demás, están a la orden del día.

Pocos son los golpes certeros que las diversas corporaciones policiacas le asestan a los delincuentes, principalmente a los considerados "menores" o que cometen delitos del fuero común.

Los otros, "los grandes", los especializados en delitos de alto y muy alto impacto, no han podido ser localizados y sacados de las calles.

Y las notas sobre ejecuciones, balaceras, enfrentamientos, persecusiones, 'levantones' y demás, no solo han mantenido su paso de acuerdo al historial común de los diversos medios de comunicación de todo el estado, sino que pareciera que en estas últimas fechas en que la sociedad se ha visto inundada de información sobre el coronavirus, de todos modos la nota roja prevalece y a veces hasta gana en número de situaciones que tiene que informar.

Por parte de la fiscalía, la verdad es que son muy pocos los resultados que está ofreciendo al cúmulo de investigaciones, denuncias, querellas y demás que se amontonan sobre los escritorios en espera de que algún día puedan ser siquiera leídas convenientemente.

Las reuniones de la tan traída y llevada "mesa para la construcción de la paz" que existió en la región de Coatepec y que ahora preferentemente se le ofrece la cámara a la que encabezan las autoridades estatales, no han servido de mucho, pues en la vida real, los delitos, empezando con los "menores" como asaltos, robos, afectaciones al patrimonio y semejantes, no han descendido.

El robo de autos sigue manteniéndose en niveles muy importantes.




El robo a casa habitación ni se diga.

El robo a comercios, hasta casi podría decirse que es en este momento "el preferido" por los delincuentes, a pesar de los esfuerzos de los comerciantes que de una u otra forma buscan blindarse al ataque de estos depredadores.

Muy preocupante de que casi en todos las denuncias por asalto, aparece el detalle de que él o los delincuentes portan armas de fuego.

Ese puro detalle es mucho más que preocupante, porque quiere decir que en la calle, convivimos y caminamos junto a gente que potencialmente va armada y que en cualquier momento, y sin existir ningún estímulo externo, podría desenfundar y sembrar el pánico, el caos y hasta la muerte en medio de gente inocente.

En ese mismo tenor de los comercios, ha venido destacando el cúmulo de "accidentes" que rodean a establecimientos de cierto renombre, a los que de la noche a la mañana "boquetean", "cortinean" o incluso, inexplicablemente se incendian, reportando pérdidas terribles.



La sombra de la venganza por potenciales "cobros de piso" que no fueron aceptados, es latente.

En ese tenor, muchos micros, pequeños y medianos empresarios señalan que cotidianamente proceden a cambiar de número telefónico, dado a las llamadas anónimas amenazantes o con intenciones de extorsionar que reciben, ahora ya hasta de números locales.

Y pues definitivamente un delito que "casi no se ve" como tal pero que sí está visible y vigente es el tráfico de armas, que precisamente surte a los delincuentes en general, desde el considerado de "poca monta" hasta el integrante de la delincuencia organizada.

A este tráfico de armas también habría que darle seguimiento a los sitios en donde los poseedores se surten de balas, pues una cosa lleva a la otra.

Lo cierto es que el sub mundo de la delincuencia es enorme, y a veces se llega a pensar que es mucho más grande que el "mundo normal" en el que la mayoría de los ciudadanos convivimos.

Y ante ello, ¿cuáles son los resultados que las diversas corporaciones policiacas han ganado en beneficio de los ciudadanos?. Pocos, muy pocos, y tristemente se podría decir que son insignificantes cuando se comparan al cúmulo de hechos delictivos que se cometen a diario, tanto los que son denunciados y por ende pasan a formar parte de una estadística, como los que jamás son denunciados por razones,a veces explicables y a veces no.

Y que conste que dentro de muchas situaciones no denunciadas, hay desde asaltos, robos, cristalazos y demás, hasta personas desaparecidas que las familias por causas que solo ellos deberán entender, simplemente no denuncian y esos casos permanecerán en el más absoluto secretismo.

Con todo el escenario que se presenta, la sociedad esperaba que desde las cúpulas de las policías que tantos nombres tienen, se establecieron estrategias de acercamiento, coordinación e incluso, de participación con representantes ciudadanos que opinen, expresen y aporten sus experiencias y propuestas.

Pero no. Los mandos policiales son formados con la idea de que "ellos" y solo "ellos" entienden el tema. Los ciudadanos, según ellos, ni entendemos, ni pensamos, ni mucho menos podríamos aportar algo bueno a la necesidad de ofrecer seguridad pública.

Por el contrario, la policía cada vez se endurece más en contra de la ciudadanía. Es como si quisiera volcar su ira y molestia contra el ciudadano común que le echa en cara que no pueda enfrentar y vencer a los verdaderos delincuentes.

Y entonces se cierran círculos viciosos y tóxicos. La sociedad le reclama a la policía su nulo resultado. La policía cuando puede y el ciudadano le da pie, se ensaña con el ciudadano. El ciudadano y su familia se sienten objetos del abuso policial y comienzan a ver y a expresarse de la policía como lo peor. La pésima fama de la policía comienza a extenderse. El policía se ofende y se endurece más, al grado de perder cualquier civilidad y así hasta llegar al grado de odiar, así con todas las letras, a la ciudadanía, a la que originalmente iba a servir, pero ahora, lejos de servirla, la ve con burla, ostentando un enorme sentimiento de superioridad sobre ella, superioridad que puede verse estimulada aún más por la protección de sus mandos, que ante cualquier sombra de denuncia o queja ciudadana en contra, simplemente le dirán que a la otra tenga más cuidado.

Y así, cuando uno se da cuenta, la policía es enemiga del ciudadano, nada más para demostrarle al ciudadano "quién manda"; el delincuente desde luego que es enemigo del ciudadano, porque el ciudadano es el objetivo base del delincuente, y el ciudadano no tiene a nadie que vea por él, lo que le llena de desesperación, enojo, ira.

Quizá con este escenario, sea relativamente fácil explicar cómo se origina un linchamiento público.

Quizá, con este escenario, pueda explicarse porque la policía y la sociedad están divorciados.

Y quizá, y solo quizá, por eso la delincuencia está tan empoderada.

Entradas más populares de este blog

Autobús se queda sin frenos en San Marcos de León; terminó chocando con casa

Columna: Desde Coatepec... Nuestras oraciones por..

PRI COATEPEC YA TIENE ASPIRANTE A DIPUTACIÓN LOCAL