ALFONSO

Excelente fin de semana

1.- Cierro la semana con una reflexión de vida.

Alfonso Mora Chama es un aguerrido periodista, columnista, autor de "Espacio 13" que se publica desde hace muchos, pero muchos años, en donde su tema principal es Coatepec y la Región.

Su forma sui géneris de escribir cala y cala bien. Tiene muchos adeptos, algunos para felicitarlo y recrearse en sus entregas, pero otros, para sentirse aludidos y expresar de él, cuando pueden, lo peor.

Sin embargo Alfonso es Alfonso. Escucha, lee, se entera de las opiniones que sus entregas causan, las buenas y las malas. Pero él respeta. No se enoja con nadie. Sabe que en este negocio, el que se ríe se lleva y el que se lleva se aguanta. Jamás reclama. Al contrario, tiene la puntada de que si hoy señala o critica a alguien, el sábado siguiente las diferencias se dirimirán en un buen Partido de Futbol.

Y algo más: Alfonso ha sido, al menos desde que yo lo conozco, que apenas serán 11 u 12 años, de la misma forma. Claro que él, apenas cumplirá en poco tiempo, casi los 50 años de dedicarse al Periodismo. Así es que él es así y todos lo conocemos. No hay mayor novedad en él, que no sea la picante Columna de mañana.

Por último, tratando de describir a Alfonso, se diría, con mucho respeto para él y su persona, que es de los poquísimos periodistas que "todavía tienen que viajar en autobús". O sea, vaya, dicho como es: el hombre no es de los que llegan a las entrevistas, reuniones, eventos, etc, en carrazos, camionetones ni nada que se le parezca. El democrático "bus" es su medio de transporte.

Con toda la descripción anterior, resulta entonces difícil de entender porqué, hace dos fines de semana, Alfonso Mora haya sido "levantado" en las calles del Pueblo Mágico que ha sido compañero de vida de Alfonso: Coatepec; Alfonso fue retenido, o dicho como se denomina a dicho delito, "secuestrado" por desconocidos que lo golpearon, le aplicaron el terrorismo psicológico, lo mantuvieron en una posición por más de 24 horas, sin dormir, torturado, sin comer, sin beber agua.

Al final la Providencia hizo uno de esos milagros que no tienen explicación, y por eso se llaman milagros: el grupo de delincuentes que lo retuvo decidió liberarlo.

Pero la pesadilla no acabo ahí. Como ya se había corrido la noticia del "levantón" de Alfonso, cuando apareció en un predio rural en donde fue abandonado y de donde como pudo, logró enviar un mensaje de texto a uno de sus hijos que se movilizó al sitio a recogerlo y a trasladarlo de inmediato a un centro hospitalario, pues la Policía llegó a cercarlo, a ofrecerle seguridad personal...y a presionarlo para que levantara la denuncia respectiva.

El vía crucis que ha vivido Alfonso desde ese día, es, si no igual, sí semejante a las 24 horas de su secuestro; la SSP le exige que "identifique" a sus secuestradores. Le exige que "reconozca" en cientos de fotos a quienes lo "levantaron". Incluso, le han "sugerido" que señale a determinadas personas, tratando de convencerlo de "que esos fueron". Le han prometido que si hoy levanta la denuncia, "mañana tenemos a los que te hicieron esto".

Pero Alfonso lo reconoce, como hombre, como padre, como abuelo, como periodista, como ciudadano: tiene miedo. Quiere olvidarse de todo. Trata de superar el miedo de caminar por las calles, y ver de pronto que un vehículo se le aproxima. Tiene miedo de terminar su vida como se terminó la de Miguel Ángel López Velasco, la de Yolanda Ortiz, la de Víctor Báez Chino, la de Regina Martínez y la de otros periodistas del Estado de Veracruz que han sido masacrados por manos invisibles que aún se mantienen en la más absolunta impunidad.

Alfonso no quiere nada. Agradece y reconoce a un Poder Superior que le permitió volver a ver a sus hijos, a su familia, a sus nietos, a sus amigos. Ya quiere que lo dejen en paz. En ese sentido, Alfonso coincide conmigo: no se trata de levantar denuncias, iniciar investigaciones, iniciar "extraordinarias persecusiones" en contra de delincuentes.

No. Alfonso y yo, y quizá muchos otros, pensamos que se trata de que el ciudadano común, trabajador, honesto, que vive al día, JAMÁS PASE POR UNA EXPERIENCIA DE ESTA NATURALEZA. No creemos Alfonso y yo, y quizá otros más, que una denuncia, o una "exhaustiva" investigación, resuelva nada. Creemos más bien en una sociedad que pudiera vivir segura: el padre que sale a trabajar, la madre que sale a la calle a realizar sus labores, los hijos que salen de sus escuelas. Lo que los coatepecanos, los veracruzanos, los mexicanos queremos, es un lugar seguro, en donde las personas ....no tengamos miedo....

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