CABALLERO DE LA POLÍTICA
Por Juan Osorio Flores
Roberto Pérez Moreno es diputado local por el Distrito de Coatepec; su ascenso a dicho cargo estuvo cargado de polémicas y de muchos comentarios, unos a favor y otros en contra, pero al final, es el Diputado, aunque criticado por muchos por su forma de ser tan peculiar y hasta desgarbada en ocasiones.
La forma de hacer política de Roberto no es muy usual: malo para discursar, pero con carisma, pues aunque sea en medio de frases mal dichas o mal aplicadas, la gente termina aplaudiéndole y creyéndole lo que dice.
Al final, y como sea, Roberto terminó en una curul muy difícil de ganar, sobre todo en una elección (2010) en donde el Distrito de Coatepec tuvo un retroceso de al menos el 50 por ciento en relación con la anterior elección (2007). -En 2008, 8 municipios de 10 eran priístas; en 2010 ese número cambió a sólo 4 de 10 -
Por todo lo anterior, no es novedad que Roberto Pérez Moreno ha sido desde siempre criticado por periodistas diversos, entre ellos nosotros.
La Voz de la Región se convierte de forma periódica en crítico observador de las acciones, decisiones y cosas que envuelven el trabajo político de Roberto.
Pero hay que reconocer una cosa del político coatepecano originario de la comunidad de El Grande: a pesar de los señalamientos hechos a su labor, sea como aspirante, como candidato, como diputado, Roberto siempre guarda las formas: su saludo ante un encuentro conmigo es amable; quizá por dentro, sienta el más grande coraje por tener de frente a quien lo critica, pero externamente no lo demuestra, y por el contrario, extiende la mano, saluda, bromea, comenta, y en alguna ocasión expresa en voz baja: "oye, ya no me pegues...".
Las críticas que en este Portal se han hecho en su contra han sido fuertes: respetuosas, pero fuertes. Pero Roberto las ha tomado como llegan: al primer encuentro, trata de comentar conmigo el contexto de mis críticas, y luego, como si nada, nos despedimos con un apretón de manos.
Todo lo anterior viene a colación, porque hay políticos que se autonombran "caballeros de la política", que ante la más mínima expresión contraria a sus intereses, pierden la compostura, se enrojecen del rostro, gritan, reclaman y hasta el saludo le niegan a algún interlocutor.
Dicen los viejos cánones de la política que para ser político "hay que saber comer desechos y no hacer gestos"; tienen razón. Las formas jamás deben perderse, pero sobre todo, quizá, lo más importante es la educación.
Pero no todos tienen la capacidad de absorber lo que para ellos suena negativo, acusador o crítico; por el contrario, como en los tiempos más antiguos, cualquier palabra o acción en contra amerita la ira y el desprecio absoluto.
Y contrario a lo que se pueda pensar, no se trata de una velada queja por algún desplante que me haya hecho algún "caballero de la política". No, en realidad se trata de lo que presencié en días pasados, cuando un "caballero de la política" identificó a un muy importante y valioso operador político, otrora al servicio del PRI, pero que en esta ocasión está brindando sus conocimientos a un aspirante panista gracias a haber sido honrosamente ignorado por su Partido.
El "caballero de la política" que en otro tiempo brindaba abrazos, apretones de mano y demás muestras de aprecio al citado 'operador', en esta ocasión le dedicó, primero una mirada de coraje, luego un saludo hosco cargado de ira al excederse en la fuerza para apretar la mano y por último un serio y molesto: "¡hasta luego!".
Cuando vi todo lo relatado, dije para mis adentros: "¡y esto es un caballero de la política!".
Ahora solo me resta aclarar el porqué tomé como ejemplo a Roberto Pérez Moreno: porque una de las cosas que le han criticado, es su forma de ser tan despistada, desatenta y quizá hasta grosera para muchos, pues no puede prestar atención permanente a una sola cosa.
Pero de lo que sí se puede asegurar, es que aprendió a ser educado, y dice el refrán que "lo cortés, no quita lo valiente".
La forma de hacer política de Roberto no es muy usual: malo para discursar, pero con carisma, pues aunque sea en medio de frases mal dichas o mal aplicadas, la gente termina aplaudiéndole y creyéndole lo que dice.
Al final, y como sea, Roberto terminó en una curul muy difícil de ganar, sobre todo en una elección (2010) en donde el Distrito de Coatepec tuvo un retroceso de al menos el 50 por ciento en relación con la anterior elección (2007). -En 2008, 8 municipios de 10 eran priístas; en 2010 ese número cambió a sólo 4 de 10 -
Por todo lo anterior, no es novedad que Roberto Pérez Moreno ha sido desde siempre criticado por periodistas diversos, entre ellos nosotros.
La Voz de la Región se convierte de forma periódica en crítico observador de las acciones, decisiones y cosas que envuelven el trabajo político de Roberto.
Pero hay que reconocer una cosa del político coatepecano originario de la comunidad de El Grande: a pesar de los señalamientos hechos a su labor, sea como aspirante, como candidato, como diputado, Roberto siempre guarda las formas: su saludo ante un encuentro conmigo es amable; quizá por dentro, sienta el más grande coraje por tener de frente a quien lo critica, pero externamente no lo demuestra, y por el contrario, extiende la mano, saluda, bromea, comenta, y en alguna ocasión expresa en voz baja: "oye, ya no me pegues...".
Las críticas que en este Portal se han hecho en su contra han sido fuertes: respetuosas, pero fuertes. Pero Roberto las ha tomado como llegan: al primer encuentro, trata de comentar conmigo el contexto de mis críticas, y luego, como si nada, nos despedimos con un apretón de manos.
Todo lo anterior viene a colación, porque hay políticos que se autonombran "caballeros de la política", que ante la más mínima expresión contraria a sus intereses, pierden la compostura, se enrojecen del rostro, gritan, reclaman y hasta el saludo le niegan a algún interlocutor.
Dicen los viejos cánones de la política que para ser político "hay que saber comer desechos y no hacer gestos"; tienen razón. Las formas jamás deben perderse, pero sobre todo, quizá, lo más importante es la educación.
Pero no todos tienen la capacidad de absorber lo que para ellos suena negativo, acusador o crítico; por el contrario, como en los tiempos más antiguos, cualquier palabra o acción en contra amerita la ira y el desprecio absoluto.
Y contrario a lo que se pueda pensar, no se trata de una velada queja por algún desplante que me haya hecho algún "caballero de la política". No, en realidad se trata de lo que presencié en días pasados, cuando un "caballero de la política" identificó a un muy importante y valioso operador político, otrora al servicio del PRI, pero que en esta ocasión está brindando sus conocimientos a un aspirante panista gracias a haber sido honrosamente ignorado por su Partido.
El "caballero de la política" que en otro tiempo brindaba abrazos, apretones de mano y demás muestras de aprecio al citado 'operador', en esta ocasión le dedicó, primero una mirada de coraje, luego un saludo hosco cargado de ira al excederse en la fuerza para apretar la mano y por último un serio y molesto: "¡hasta luego!".
Cuando vi todo lo relatado, dije para mis adentros: "¡y esto es un caballero de la política!".
Ahora solo me resta aclarar el porqué tomé como ejemplo a Roberto Pérez Moreno: porque una de las cosas que le han criticado, es su forma de ser tan despistada, desatenta y quizá hasta grosera para muchos, pues no puede prestar atención permanente a una sola cosa.
Pero de lo que sí se puede asegurar, es que aprendió a ser educado, y dice el refrán que "lo cortés, no quita lo valiente".
